Ayer me pasé un rato por la Hermandad, cuando entré la mesa de reparto de números para laspapeletas de sitio ya estaba recibiendo a todo el que llegaba. Son días de rito y reencuentro. En el tablón la lista de insignias asignadas, la mesa de venta de estampas, las caras conocidas.
Es verdad, y me gusta reiterarlo, que la vida es un conjunto de ciclos, y este es entrañable y sentido, porque lo hemos revivido año tras año del mismo modo y con la misma interna alegría de ver como nuestro lugar en la cofradía iba mutando por mor de los años. Muchos años con el desasosiego de ir creciendo y necesitando una túnica nueva, cuantos críos cambiaron sus túnicas en la vieja escalera metálica de la antigua casa de hermandad. Después ansiando ir subiendo de tramo. Hoy..., con la única ilusión de volver a acompañar a mis hijos hasta El Porvenir y revivirlo todo. Paso a paso.
Y al final la emoción de encontrar tu nombre en el cuadrante de la cofradía junto a los nombres de siempre, los hermanos de siempre, los amigos de siempre.
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