lunes, marzo 29, 2010

El Domingo de la Luz (fragmento)

(Hoy ya son nazarenos del Señor de la Victoria)

Dios estaba azul como en el poema de Juan Ramón, y el cronista no tuvo más remedio que echarse a la calle con esa ilusión que le pone un nudo en la garganta: la corbata de estreno servía para disimularlo. Lloviznaba el azahar en la calle California, el sol se abría en Río de la Plata, los jardines de la iglesia de San Sebastián eran una alegoría de la infancia añorada.

Dentro, la emoción que terminó por desbordarse cuando el cronista se sintió partícipe del gozo. Las compuertas de la Semana Santa se abrieron a las 12:48, cifras que remarcaron el año en que San Fernando entró en Sevilla. El Moreno, como se llama Jesús entre los suyos, le puso el primer contraluz al Domingo: una salida digna de Caravaggio. Un costalero ciego estaba bajo el paso en el tránsito de la sombra a la claridad. Todo era de verdad. Por eso las lágrimas caían como goterones de cera. Por eso la agrupación musical de la Encarnación tocó De vuelta al Porvenir: ese regreso fue lo que nos remató por dentro. Volvían los que nunca se han ido del todo. El cronista confiesa que lo ha vivido, como Neruda releído entre azahares como cuchillos que cortaba con su olor. Y el cronista, que en esto de la Semana Santa es de todo menos frío y objetivo, no tiene ningún pudor al escribir que se limpió por dentro hasta quedarse como la Paz bajo el león del mediodía.


Francisco Robles (ABC de Sevilla, 29 de marzo de 2010)

viernes, marzo 26, 2010

Parece que llega y aún no llega...

Nazarenos de La Paz pasando del jardín al interior del templo durante la salida de la cofradía

Parece que ya estamos y no estamos.
Parece que es el día y no es el día.
Parece que traía y no traía
un domingo de palmas y de ramos.

y todavía el día no alcanzamos,
aunque nos parecía que venía,
aunque al mirar de lejos parecía...
Y por esa esperanza la esperamos.

Parece que la tengo y no la tengo,
parece que en la mano la sostengo
pero en la mano yo no la distingo.

¿Qué será cuando al fin se manifieste
estrenando la túnica celeste
y vistas de celestes el domingo?
Antonio García Barbeito
Pregón de Semana Santa 2010

martes, marzo 23, 2010

Cofradía de calles anchas




La mayoría de las cofradías buscan su esencia en el recogimiento y las apreturas de muros y balcones, La Paz no, la Paz es más plena cuando sale a la Puerta de Jerez soñando ya la amplitud de las avenidas de su Parque. Victoria de Cristo que mira a un cielo que va tiñendo los últimos celestes de la tarde en lilas propios de las primeras horas de la noche de Sevilla. Las jugadas del calendario marcarán tardía la anochecida a la cofradía, pero la memoria, invariablemente, querrá ver morir la tarde y sus luces en la bajada de San Gregorio.
La cofradía se rompe, las muchas horas en la calle, siempre la rompieron allí, cuando el corazón de Sevilla despide a La Paz y la hermandad se encuentra a solas con su gente, después llegará la última multitud en el Parque, pero hasta entonces iremos casi a solas, el Seminario (siempre será conocido así en El Porvenir) y el foso de la Universidad nos acogerán destartalados para que los nazarenos recuperen fuerzas y la cofradía se recomponga de las emociones. La vereda de adoquines nos llevará hasta la entrada en nuestra gloría particular, el parque de María Luisa, el Parque a secas, nuestro Parque. El parque en el hemos jugado de niños, en el que hemos corrido detrás de las palomas, en el que nos hemos refugiado en las escapadas del colegio, el parque en el que hemos reconocido la verdad imprecisa de los primeros amores, el parque... en el que nos hemos sentido padres al llevar a nuestros hijos a revivir nuestra propia historia. Ese mismo parque nos ha visto crecer como nazarenos, en él hemos ido ganando tramos en el cuadrante de la cofradía, viendo cada vez más cerca los pasos, en sus calles hemos paseado la ilusión de una mañana estrenada de Domingo de Ramos y en él hemos arrastrado nuestro cansancio de vuelta. La Paz se siente allí acogida, es como si ya estuviera en casa, es la frontera que delimita el barrio de El Porvenir; pero forma parte de este. La noche se hace cálida, alumbrada por los brillos anaranjados de los cirios que dejan su estela pastosa de cera sobre el suelo. El envés de las hojas altas de los árboles devuelve el reflejo empobrecido de la luz que les llega, mientras la cofradía avanza, se oirán, saetas y clarines llorosos. Las filas de nazarenos se comprimirán involuntariamente queriendo estar más cerca Ellos.



Este año será distinto, la negritud de la noche se hará aún más intensa cuando dejemos la media luna entre dos torres para buscar a las tres enamoradas del Parque. Nunca pasamos por allí, y desde allí hasta reencontrarnos con la piel rojiza de la Torre Sur los árboles conformaran una cerrada bóveda que será atravesada por la médula blanca que antecede a la cueva de luz y plata que cobija a La Paz. Nos espera un Domingo de Ramos distinto e inolvidable, porque si La Paz es una cofradía plena en el Parque este año lo será más. Merecerá la pena conocerlo.

domingo, marzo 21, 2010

¿Qué Domingo de Ramos?


A falta de un rato para que Antonio García Barbeito, con todos los honores, tome la palabra, os propongo una suerte de acertijo acerca de mi Hermandad de la Paz. Acertijo que no hemos sido capaces de resolver muchos, así que a ver si algún avezado en sevillanía es capaz de desfacer la duda.

El único que se ha arriesgado a resolverlo, y creo que no lo ha hecho, dice que esta es una foto tomada en sentido contrario a la cofradía en las esquina de García de Vinuesa con Fernández y González y que lo que se ve al fondo es la calle Alemanes. A mi me da que no, sobre todo la farola que se ve se me antoja imposible encima de la catedral. A lo mejor es tan sencilla la respuesta que no la hemos comido de clara que es.

¡Dónde está hecha esta foto? yo no lo sé.

miércoles, marzo 10, 2010

70 AÑOS ENTRE NOSOTROS

Primera salida procesional


Hoy, 10 de marzo, se cumplen 70 años de la bendición de la imagen del Señor de la Victoria, por ello nada mejor que reproducir el texto que Paco Robles escribe en el boletín de Cuaresma de la Hermandad de la Paz.

EL ESPEJO DE LA SEMANA SANTA
Francisco Robles

La Semana Santa de Sevilla es un espejo que atraviesa los siglos, un cristal donde se va reflejando la historia de la ciudad, y viceversa. Los acontecimientos históricos tienen su fiel reflejo en esta celebración que lo abarca todo, desde ese sentimiento religioso que adquiere una pureza que no se da en la mayoría de las liturgias celebradas al aire libre o bajo las bóvedas del templo, hasta el costumbrismo que mana de la vertiente cívica de la fiesta. Tan es así, que Roma deja su huella en las cofradías de barrio que lucen esos plumeros tan sevillanos aunque en esa época no hubiera Semana Santa.
Las cofradías, que vertebran la ciudad hasta el punto de confundirse con ella, se han ido fundando a lo largo de los siglos por circunstancias muy diversas que siempre tuvieron relación con el momento histórico en el que vieron la luz. No es casual que muchas hermandades se fundaran a mediados del siglo XVI, cuando Sevilla era puerto y puerta de Indias, cuando esta ciudad se había convertido en la metrópoli de Europa. Las circunstancias históricas también ayudaron a la fundación de la Hermandad de La Paz o del Porvenir, que como decía Núñez de Herrera, en esto también hay sus opiniones. La Paz se funda al finalizar la guerra civil, el hecho histórico más desgraciado de la historia contemporánea de la ciudad. La Semana Santa sufrió los rigores del conflicto tras una década convulsa en la que hubo años sin procesiones en la calle. Se quemaron iglesias y conventos. Y algún día se estudiará, sin los prejuicios de la media memoria histórica, la identificación de las imágenes con el pueblo durante aquella época. Como bien señala David Feedberg en su imprescindible libro “El valor de las imágenes”, el iconoclasta que destruye un icono le da una importancia que en algunos casos supera a la que le confiere el devoto. ¿Por qué? Muy sencillo. La persona que profesa devoción a una imagen sabe –o debe saber, que es distinto- que se encuentra ante un icono que representa a Alguien que está más allá. El iconoclasta, por el contrario, cree que al destruir el símbolo se carga el concepto, ya que no va más allá del significante. Para él, la Virgen es la imagen de madera, y el Cristo es el crucificado que ha salido de un taller barroco. No hay nada más. Este no es el tema del presente artículo, pero apuntado queda para que alguien lo retome con valentía y rigor.
Aquella Semana Santa popular de los felices años veinte pasó por la mencionada década convulsa de los treinta, y llegó exhausta a los años que dieron inicio al franquismo. La Semana Santa se convierte en una fiesta más oficial, más severa, menos espontánea. O eso pretenden los dirigentes de la época. En lo literario se observa perfectamente este cambio. Un ejemplo muy concreto. Rafael Laffón publica antes de la guerra un delicioso libro: “Ditirambo de las cofradías de Sevilla”. Cuando termina la contienda, Laffón reedita su obra pero le cambia el título: “Discurso de las cofradías de Sevilla”. Ditirambo sonaba a Dioniso, el dios griego que encarnaba el gusto por la fiesta carnal. En la primera edición aparecen unos nazarenos de la Macarena ebrios de alcohol. En el libro que dio a la imprenta tras corregirlo, los nazarenos ya estaban sobrios… Con esto se dice todo.
Después de la guerra civil ya no se escriben libros tan llenos de gracia popular como “Sevilla: Teoría y realidad de la Semana Santa”, obra maestra de Antonio Núñez de Herrera. Ni salen a la calle esos libritos deliciosos que llevan el aroma del incienso mezclado con el serrín de las tabernas, como la colección de sonetos que lleva el título de “Lirios y claveles” y que se debe a la enigmática firma del Bachiller Fulano de Tal. Tampoco se registran esas crónicas vibrantes de escritores extranjeros como el argentino Roberto Arlt, ni aparece el surrealismo de su paisano Oliverio Girondo. Habrá que esperar unos años para que se acerque el británico Charles David Ley y vea la Semana Santa de la privilegiada mano de Rafael Montesinos: el resultado es un poema de gran calidad literaria que retrata una Semana Santa popular que persistió a pesar de las prohibiciones de la época.
Y es que la Semana Santa es, al final, lo que el pueblo sevillano quiere que sea. Han pasado los años y ahí están las cofradías. Libres de las adherencias del pasado. Como las imágenes, que a pesar de los años parecen recién salidas del taller de la memoria. Este año se cumplen los setenta de la hechura del Cristo de la Victoria. ¿De qué Victoria? De la que aparece en el sudario que pende de la cruz de la Canina: “Mors mortem superavit”. El Moreno del Porvenir, como lo llaman los iniciados en las claves populares de la fiesta, sale cada Domingo de Ramos como el sol: para todos. En realidad Él no cumple los años, porque es el Padre del tiempo. Los que cumplimos somos nosotros. O los ‘descumplimos’, si se me permite el palabro. Porque uno, que ya tiene más años en el debe que los que pueden restarle en el haber, vuelve a ser un niño cuando este Nazareno sale a la calle para enfrentarse directamente a la que tanto tememos y decirle cara a cara. “Muerte, ¿dónde está tu victoria?” Con minúscula. La mayúscula se reserva para Quien se la ganó como las buenas levantás: a pulso.

martes, marzo 09, 2010

Algunos problemas con mi adsl me impiden actualizar de momento el blog.