lunes, mayo 03, 2010

El paso a nivel III


Después de mucho bichear, y tras haber ecrito dos entradas sobre el dichoso paso a nivel, por fin traemos al blog una fotografía en la que se ve de verdad el paso a nivel de Felipe II, desaparecido con las obras previas a 1992.
El paso a nivel era el sonido característico del barrio, pues cada vez que pasaba un tren sonaba la campana advirtiendo de la llegada del caballo de hierro y de la bajada de la barra blanquinegra. Recuerdo como me admiraba ver pasar a los Talgos, brillantemente plateados, con las letras rojas del acrónimo "Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol". Cuando me dejaban, me asomaba a la terraza de mi casa para ver pasar los trenes.
Allí no nos dejaban acercarnos ni por asomo, con el tiempo acabamos saltando por detrás del Tenis Betis para ir a jugar al fútbol al campo que había al otro lado.
El paso a nivel es auténtica memoria de nuestro barrio ya que era un elemento determinante en la vida del mismo y formaba parte del aislamiento histórico de El Porvenir.

La foto está conseguida del grupo de Facebook "Crecí en el Tiro de Línea", el otro barrio marcado por este hito y parece que es de Arístides Perejón (Seditsira Nojerep). Muchas gracias. Detrás se ve el taller de las gomas y la terracilla que estaba llena de azulejos del Betis.

5 comentarios:

Chevalier A. Dupin dijo...

Anda que el dichoso paso a nivel no le dio quebraderos de cabeza y problemas a mi padre. La pena que estaba jubilado cuando lo quitaron y no pudo disfrutar por no tener que sufrirlo

del porvenir dijo...

Y los cimbronazos que daban los coches al cruzar las vías, del 30 y el antiguo 18 ni te cuento.

eres_mi_cruz dijo...

y la Ruta-1 del colegio cuando venía de La Oliva de recoger al Lirde y al Felipe... y el 127 azul del Hidargo...

Alfonso dijo...

Hola Vicente, ya conocía de tu Blog pero hace tiempo que no entraba a verlo.
Me sorprendo al ver este post ya que mi tío fue, durante algún tiempo, "guardagujas" en ese paso. Recuerdo que cuándo pasábamos por alli en el coche siempre parábamos a saludarle.
Debieron ser los últimos años porque le pilló lo del 1992.

Un saludo

del porvenir dijo...

Que sorpresa encontrarte por aquí Alfonso, ¡Cómo son las casualidades!