In memoriam. Gabriel Lladó

Se llamaba José Gabriel Lladó Baselga y era costalero del Señor de la Victoria. El Domingo de Ramos, una de las primeras voces de Antonio Santiago eran para llamarlo a él; la voz seca -¡Lladó!-. Antonio ya nunca más llamará Gabriel, a lo sumo le dedicará una levantá cuando el sol espere impaciente la salida su Cristo.
José Gabriel había sido compañero mio del colegio, en el Alfonso X, y allí se hizo costalero, cuando nos esforzábamos en las trabajaderas de la Cruz de Mayo escolar, presidida por Santa María de Lourdes.
Coincidíamos cada año algún lunes de Cuaresma en los que me acercaba a ver los ensayos de la cuadrilla y nos saludábamos con el afecto de quienes, sin ser amigos,  nos sentíamos unidos por la infancia compartida una mañana tras otra.
Unos días antes del pasado Domingo de Ramos supe no estaría en la oscuridad de los de abajo. Pensé que cualquier contratiempo se lo habría impedido; hasta verlo llegar acompañado de los suyos hasta la delantera dorada que este año no acarició el sol. Entonces vi que aquello era otra cosa, muy distinta a un contratiempo. No pude ni acercarme a él. No podía.
En estos días supe que tenía un hijo que se llama Antonio, que apenas podrá guardar recuerdos de su padre. pero con toda seguridad, a muchos nos será difícil no recordar a Lladó cuando veamos avanzar valiente el paso de su Señor de la Victoria.
Hasta siempre hermano.