domingo, octubre 01, 2006

Por las calles de su barrio

Mañana del mes de octubre
la blanca Paz caminando
va despacio paso a paso
por las calles de su barrio
En unos día nuestra Virgen de la Paz volverá a pasar por las calles del Porvenir en el Rosario de la Aurora. (fotografía de la web de la Hermandad)

6 comentarios:

Enrique Henares dijo...

Que la Paz salga a la calle siempre es motivo de alegría.
Tras su encuentro con las calles del Porvenir en esta amanecida cercana, la próxima que verán sus ojos llorosos será la de una nueva Semana Santa.
¡Qué poco parece quedar para que esta llegue siempre que se nombra su virginal blancura!!

Reyes dijo...

Recuerdo aquella vez que salió la Paz extraordinariamente.
Iba de ida a la Catedral, eran las 7 de la mañana aproximadamente, Santiago me hizo llorar a lagrima viva con su manera de hablarle a la Virgen.
Siempre recordaré ese momento como uno de los más bellos, aparte de que es la Cofradía que todos estamos locos porque salga porque:
¡YA ES DOMINGO DE RAMOS!

del porvenir dijo...

El primer Rosario de la Aurora fue una idea propuesta por nuestro hermano Eugenio Moreno, con la intención de conmemorar esa salida extraordinaria con motivo del cincuentenario de la Hermandad

Enrique Henares dijo...

Recuerdo esa salida extraordinaria que nombra dama. Creo que fue en 1988, 8 añitos y quizás ni siquiera cumplidos tenía yo, pero tengo grabada la imagen del paso de palio de regreso por la Plaza de la Contratación.
Aquella fue la primera vez que vi la Paz de noche, la segunda sería cuando regresó desde la Catedral hace unos cuantos Domingos de Resurrección, en una procesión que mezclaba la ilusión del Domingo de Ramos con una extraña sensación de nostalgia.

del porvenir dijo...

1989

Anónimo dijo...

Sí, 1989 y, si mi memoria no me falla, víspera de unas elecciones generales.
Yo recuerdo especialmente el paso por la Huerta de la Salud, la llegada hasta allí por las calles del barrio y el paso por la plaza del Triunfo cuando estaba amaneciendo una mañana preciosa.
Estuve buena parte de esa mañana con un entrañable amigo, costalero del Señor de la Victoria, que me dijo más de una vez: "Lo que yo daría por medir una palmo menos y poder meterme bajo ese palio".
Mi respuesta -yo que soy un frustrado costalero del Señor también por motivos de altura- fue que "Dios le da pañuelo a quien no tiene narices".